Martes, 15 de junio de 2010
Sagan, el campeón que viene
A estas alturas de la vida, uno ya está cansado de ver jóvenes promesas que se van a comer el mundo y después,
por unos u otros motivos, se quedan por el camino. A muchos les pasa esto porque pierden el contacto con el suelo y se
les sube demasiado pronto la gloria a la cabeza, sobre todo cuando han
pasado hambre y, de repente, se encuentran bañados en oro; a
otros les pasa porque las exigencias del campo profesional no son las
mismas del amateur, en kilometraje y dureza, y acusan en exceso el
cambio. Hay otros, por qué no decirlo, que eran buenos de manera
artificial y el tiempo acaba por descubrir su fórmula y por
ponerles en su sitio.
No sé qué pasará con Peter Sagan en el futuro,
pero está claro que lo que está haciendo este año
es sencillamente asombroso, teniendo en cuenta que sólo cuenta
con 20 años (nació en Zilinia, Eslovaquia, el 26 de enero de 1990) y que
disputa su primera temporada de profesional, ya que en 2009
corrió en el modesto Ducla Trencin-Merida, de categorìa
Continental y donde también corría su hermano Juraj. Lo
normal, en estas circunstancias, es acusar el cambio y, en el mejor de
los casos, cerrar el año habiendo dado algunos destellos de
calidad. Sagan, sin embargo, no ha dejado de brillar, y ganar, desde
el principio. Y lo digo cuando acaba de abandonar, física y
psíquicamente reventado, la Vuelta a Suiza.
Si no fuera por los antecedentes del eslovaco, pensaría que
Sagan es de esos corredores artificiales que, gracias a las
pócimas mágicas que todavía reinan en algunos
ambientes, destacan desde muy jóvenes. Pero Peter ha llegado
al pelotón profesional precedido por sus éxitos, tanto
en mountain bike como en carretera y ciclocross, ya que, salvo la
pista, ha dominado en las demás especialidades. Los asíduos a las pruebas de ciclocross en el País Vasco
todavía recuerdan sus exhibiciones cuando era júnior,
categoría en la que fue campeón del Mundo de mountain-bike
y medalla de plata en ciclocross. Curiosamente, los dos títulos
se disputaron en Italia: en Val di Sole el de BTT y en Treviso el de
invierno. Y en los dos tuvo al francés Jouffroy por rival: en
mountain-bike se impuso al galo, pero en ciclocross se tuvo que
inclinar, por un error técnico, ante él. También
ganaba carreras en ruta.
Sin embargo, pese a estos antecedentes, sólo pudo correr en 2009
en el modesto Ducla Trencin-Merida, en el que militaba su hermano Juraj,
dos años mayor y el culpable de que se dedicara al ciclismo. Pese
a tener sólo 19 años, consiguió tres victorias y
varios puestos de honor. También fue cuarto en el Mundial de
mountain bike sub 23. El equipo Quick Step le seguía la pista
y le hizo algunas pruebas médicas, pero a la hora de la verdad
fue el Liquigas el único que le hizo una oferta seria. No
sabían, lo han descubierto este año, la joya que estaban comprando.
Sagan debutó con el Liquigas en el Tour Down Under, una prueba
del calendario ProTour en la que coincidió con el
mismísimo Armstrong. Pero lejos de acusar el cambio de ritmo y
de nivel, estuvo siempre delante, codo con codo con Evans, Luis
León y Valverde, entre otros. Todos se preguntaban: "¿Quién es este
desconocido con cara de crío?". Mes y medio después,
en la París-Niza, dio el campanazo al ganar dos etapas y ser
segundo en otras dos. Recuerdo, porque estaba allí, que Valverde
y los demás hombres fuertes del pelotón no podían
con él en las llegadas en cuesta. En la etapa de Aix-en-Provence,
sin ir más lejos, atacó a 2 km de la meta, en un terreno
complicadísimo y cuando sólo quedaban delante los
favoritos, y nadie fue capaz de alcanzarle. Allí no acabaron sus
exhibiciones, porque también ganó una etapa en
Romandía y, más recientemente, otras dos en California. El
pasado sábado fue cuarto en el prólogo de la Vuelta a
Suiza, pero tras perder una minutada el domingo, en la primera etapa
en línea, no tomó la salida el lunes en la segunda.
Dicen que necesita descansar, porque está reventado. ¿Le
extraña a alguien?
Debido a su juventud, el equipo Liquigas no tiene previsto inscribirle
en ninguna grande este año. Es verdad que, hasta ahora, lleva
37 días de competición, que no son una locura, pero
tampoco hay que olvidar que lleva cinco meses en forma, desde enero,
algo que no es precisamente lo ideal para un ciclista de su edad y con
un futuro tan esperanzador. Normalmente, entre carrera y carrera, ha tenido tiempo para el
descanso, porque en enero compitió siete días, tres en
febrero, ocho en marzo, seis en abril, diez en mayo y tres en junio,
pero unas vacaciones por medio, sin tocar la bicicleta, no le hubieran
venido nada mal. De lo que no hay duda, en cualquier caso, es de que, si
no pasa nada extraño, Sagan está llamado a hacer grandes
cosas en este deporte, porque lo que ha hecho con sólo 20
años no está al alcance de casi nadie. Su cuerpo, desde
la cara a las piernas, aún está por esculpir, pero pasa
la media montaña, sprinta, contrarrelojea y llanea. Sólo
nos queda verle en las carreras de tres semanas y en la alta
montaña, aunque para eso aún es un poco pronto. Conviene, no obstante, quedarse con su nombre, porque Sagan no es uno más.